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Ni un solo segundo transcurre, sin que piense en como puedo protegerte. Desde el viento que intenta despeinarte, de una amistad inadecuada, hasta de la maldad que impera en este mundo putrefacto. Imperfecto como soy, reconozco las muchas veces que he fallado en el intento. Declaro sin embargo que no me rendiré jamás, en algo que me importa mas que el propio bienestar, inmerso en esa preocupación me he cuestionado: ¿No es acaso el corazón atribulado el mayor imán del infortunio? ¿Malpensar no se convierte en el pincel que dibuja un lúgubre escenario en tu propio teatro vital?, si es asi o tan solo si es posible que asi sea, ¿Porque arriesgarnos a crear las condiciones para amargar nuestra propia vida?. Me parece incuestionable el hecho de entender que hay muchas situaciones que no dependan de nosotros y no tenemos la probabilidad de cambiarlas, mas las percepciones y la forma de enfrentarlas, dependen exclusivamente de decisiones muy nuestras. Por tanto aunque quisiera cuidarte como el mayor tesoro que tengo y eres, sentimiento que no diminuye en un ápice desde el momento en que naciste, empiezo a entender que protección no es el mayor regalo que puedo ofrecerte. Me convenzo que no hay mejor coraza que la vive en tu interior y por ello quisiera tener el poder de impermeabilizar tu alma. Cubrirla con un manto que garantice que sin importar lo que afuera ocurra, estará bien, pura, sana, tal y como te la entregaron cuando recibiste el regalo de la vida. Me es imposible acceder al don de evitarte los reveses, pero quisiera que entendieras que permeando tu interior, para mantener afuera el veneno que acompaña a la amargura de momentos tristes, es mas fácil llegar hasta el camino que te lleve a alcanzar la felicidad y una vida plena, que queriendo como te quiero, es mi mayor aspiración. Sólo dejando por fuera las cosas que dañan el espíritu, es posible navegar en este mundo, disfrutar el viaje, sin terminar destruido en el intento. Si una taza de café descontralada, mancha alguna vez tus ropajes, siempre existen dos opciones, o te entregas a la rabia, dañando probablemente el resto de un día nuevo, lleno de sorpresas por descubrir, o te rindes a la risa y cambias la energía del momento. En ambas la necesidad de mudarte la de ropa es invariable, pero la actitud que elijas regirá el resto de tu día. No hay novedad en lo que escribo, salvo el hecho de hacerlo exclusivamente para ti, pero si logro convencerte y que elijas siempre maquillar tu alma con una sonrisa, aún cuando tu corazón se sienta adolorido, las heridas sanaran mas rápido y el mundo será para ti un lugar mejor siempre.  Te amo con todo mi ser, por siempre y para siempre.

Gustavo Adolfo Monroy

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