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Jose Luis, ya no está con nosotros.  Alguien decidió que era mas fácil disparar que trabajar, privándonos de su compañía, e impidiéndole  continuar esparciendo sus ideas, que siempre fueron muchas y muy buenas. 

Una bala de calibre pequeño, causó un daño altísimo, en una tarde entregada al trabajo y compromiso, como era su costumbre.  En  su oficina, dos hombres ingresaron, con cobardía extrema le apuntaron directamente, desde muy cerca.  El reflejo y la sorpresa, lo llevó a instintivamente a tomar la mano que sostenía el arma del agresor,  el martillo percutió.

El pedazo de plomo, ingresó al cuerpo mas no encontró salida y en su salvaje camino dañó muchos de sus órganos.  Contra todo pronostico,  Dios le regaló una oportunidad, logró levantarse luego de varias y delicadas intervenciones que sufrió,  con la endereza de siempre inició el camino de recuperar su vida.  

Imbuido de un espíritu que lo movía a  hacer constantemente el bien, incluso con un deseo mayor que antes.  Su lado mas humano emergió entonces y es que para quienes compartimos con él y lo conocimos bien, su aspecto férreo, actitud segura y disciplinada, no impedía que conociéramos su naturaleza noble y la bondad que vivió siempre en su interior.   Pero luego de la operación,  estos aspectos salieron a luz de una forma mucho mas evidente y especial. Pareció entender que mostrar sus sentimientos, lo fortalecía en lugar de debilitarlo, pudo ver cosas que nosotros no y trató de compartir su aprendizaje, a pesar de los golpes físicos, fueron unos días en los que vivió al máximo, disfrutando cada segundo, cada situación, como deberíamos todos hacer.

Fiel a su pensar y actuar,  al mismo tiempo que intentaba recuperarse de las lesiones provocadas por el diminuto pero dañino invasor de plomo,  escribió un manual, que quiso compartir con el mundo, invirtiendo su tiempo en pensar en ser útil a los demás, en lugar de concentrarse en su propias y muchas necesidades de salud.

Cuando pensamos que su recuperación era completa, una negativa sorpresa, cegó su vida  meses después del infame asalto,  estuve con él dos días antes, se veía estupendamente.  Un coagulo continuo su viaje hasta el cerebro de Jose Luis, impidiendo al final que el milagro durase mas tiempo, extrañandolo reconforta saber que se fue sin sufrimiento.

Jose Luis se adelantó,  pero dejó sus ideas permanecen y hoy las comparto, añadiéndolas a este blog directamente del documento que él escribió, imprimió y me entregó en propia mano.  No tengo duda que la intención del autor que hoy ya no está, era  intentar que a través de sus consejos,  alguien pudiera evitar que la historia se repita.

Por favor compartan el documento con quien crean pertinente, con gusto lo remitiré a quien lo pida, pues así siento que cumplo un poco el deseo de JL.  Gracias por atender esta nota, añado solamente,  ¡Que estés bien amigo y mil gracias por todo!

In memoriam de Jose Luis Lemus Grob,

Manual del Vecino  (escrito por Jose Luis Lemus Grob)

Gustavo Adolfo Monroy

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