Desde el escritorio que se hace acompañar de otros muebles que pertenecen a mi hija, contemplo el cielo nocturno, la madrugada y el amanecer. Es desde acá que emito ideas y han emergido las ganas de contactarme con el mundo.
Hoy veo la cerrada noche, que a penas permite destacar unos foquitos lejos de acá, que con su luz intentan vencer el inmenso y poderoso manto negro. Pero en este sitio, no siento obscuridad, al contrario veo recuerdos, veo pasado, presente y futuro. Todo en una sóla visión.
Y en unos minutos cuando llegue el momento de dormirme, me levantaré, echaré un vistazo, apagaré la luz y sonreiré, pensando en el fin de semana que ella estará conmigo y mi mundo sera pleno.
Mientras tanto, una extinta luz y un silente: ¡buenas noches mi cielo!, salen de mi boca y permanecen en el cuarto de mi hija, quizas contemplando desde su ventana lo mismo que yo ví, hace tan sólo un instante atrás.