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Movimiento perpetuo que agita mente y cuerpo,  nos mueve y transforma todo el tiempo, el «quiero dejar de ser yo» es una constante, en la mayoría de nosotros.

¡Queremos ser más! ¡Poseer todo!, ¡eternos inconformes! ….. y no es que esté mal, pero quizás tampoco está bien.

Es real que  hemos llegado hasta donde estamos por el inconformismo que prendió la llama de la acción y nos hizo avanzar en el camino hasta alcanzar nuestras cimas, no importa que tan altas o bajas sean, es también cierto que en ese interés de ser mas, dejamos de ser y sentir lo que hoy somos.

Nos obligamos a dejar de disfrutar lo que tenemos por anhelar lo que habrá, vivimos tan absortos de lo que llegaremos a ser, que dejamos de ser.

Y la verdad hoy quise dejar de ser yo, el yo que anhela, el que desea todo el tiempo, para convertirme por un rato al menos, en el ser que se da el lujo de disfrutase a si mismo, con lo que soy y tengo hoy, orgulloso de donde vine y feliz de saber hacia donde quiero ir, entendiendo que el camino continua (hasta donde la vida me lo permita, esperando que sea un largo tramo).

Quiero pensar en el mañana, pero a la vez disfrutarme el almuerzo de hoy, el camino con el consabido encuentro con los arboles de verde sombrero, vecinos permanentes con los que me cruzo siempre y no veo nunca. Poder ver la luna que alumbra hoy la noche, saborear el café de la tarde y abrazar a mi esposa en la cama, después de haber repartido besos a mis hijos, dos en la mejilla, uno a la distancia (de mi luchadora que esta abriéndose su propio camino ya en ligas de adultos y lo hace muy bien).

Hoy quise dejar de ser el yo de otros días, poner pausa en mi vida y darme el placer de escribirles, esperando me lean y que la vida nos de la oportunidad de hermanarnos, a través del contacto que nos brindan las letras, pues compartimos tiempo, en un destino que nos une y separa a la vez, pues somos vidas separadas que habitan un mismo mundo, espero que al menos por un momento, ustedes también puedan querer dejar de ser ustedes y se permitan disfrutar.

Hasta pronto y hasta siempre.

Gustavo Adolfo Monroy

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