Veloz atravieso el mundo que separa mi alma del sitio que llamo hogar, al cruzar el umbral reconozco los objetos, pero no percibo la cálida sensación de siempre. Mi andar no se detiene, subo las escaleras con la esperanza de verme sorprendido por un grito emocionado, aunque en el fondo sé que no ocurrirá.
Detrás de la lluvia, refugiado en la ventana de siempre, intento diseñar mi vida. Ráfagas de ideas cruzan prontamente, alguna suena prometedora, pero por lo pronto son sólo eso. ¿Que y como debo hacer? ¿Cual es el camino para alcanzar lo que quiero?.
En el desierto, árido de cualquier tipo de compañía, es posible que las ideas hablen mas fuerte, o al menos se escuchen mas, pero no quiero escucharlas, cambiaría cualquier cosa con tal de oír un trío emocionado de ver a sus papá, mas supongo que eso no ocurrirá, pues al menos uno de esos cantos fue ahogado por la edad, la adolescencia y su poder de escombrar sentimientos.
No hay éxito en el diseño, los materiales son inciertos y similar a la gota que estila, de la hoja del árbol que llora frente a mi, por la lluvia que recién pasó, se puede estimar donde caerá sin tener la certeza del punto exacto.
A continuar el camino y confiar que las cosas estén bien.