Sin pintura ni colores, enfrenta el alba valiente, buscando la puerta de salida de un nido humilde, de un nido honesto y por lo tanto un hogar grande.
Los polluelos pian de hambre, reclamos que retumban en la cabeza del obligado a proveer, provocándole alzar vuelo de caza. Mientras bate sus alas preparando el salto definitivo lo acompaña la satisfacción de saber que en esos sonidos infantiles, van impregnados de la confianza de saber que sus padres no les fallan, porque nunca lo han hecho, desde el inicio, desde siempre.
El viento le golpea el rostro, encuentra la forma para que la adversidad lo ayude a planear y encontrar entre la turbulencia la ruta hacia el destino. La presa se escabulle, hay días que huye menos otros mas, pero atraparla siempre es la única opción.
Esquivo a los enemigos, sorteando y buscando poner a su favor adversidades, surca la zona costera y se lanza hacia un mar que no siempre lo recibe con cariño y encuentra el alimento del día, después de varias zambullidas. Ni el clima que hiela sangre o el calor que sofoque impide la travesía, de este cazador cuyo trofeo es mitigar el hambre de los suyos y por ese premio enfrenta día a día los bemoles de la vida, en búsqueda del bienestar de los suyos, que a la fecha ha logrado conseguir.