La inquietud, conquista de a poco el territorio de un cuerpo que dicen domino, me identifica y pertenece.
Extraña sensación, empieza débilmente y cobra fuerza hasta convertirse en una necesidad insaciable, que se adueña de los momentos en que puedo y debo dedicarle tiempo y sentimiento a esa devoción perturbadora.
Angustia gratificante en un proceso unido a sufrimiento, pasiones y satisfacciones, reunidas todas en un salón, adornado con el insomnio que yo mismo provoco.
El primer signo aparece, bajo el disfraz del intermitente bosquejo de una idea, con tenacidad propia va tomando forma y fuerza, hasta ser capaz de darle vida y sentimientos a inexistentes seres, que sin embargo termino queriendo entrañablemente.
No se cuanto tiempo demorare en esta aventura nueva, pero se que ya empezó y estoy irremediablemente embarcado en ese velero que dirijo y que espero llevar hasta el puerto que aun no conozco. Al que todos llaman el final de una novela y que deseo desde ahora que ni siquiera nace, disfrute plenamente quien decida regalarme su tiempo en leerla.