Sentado justo al frente del vehículo que parece destinado a desprenderse de este mundo, sin que su ocupante atisbe lo que ocurrirá en breve. Inocente adormecido por el monotono vaiven y la tranquilidad aparente que lo envuelve. El suave andar en las vías se ralentiza para que el contraste sea aun mas fuerte.
Una curva provoca la explosión de adrenalina, el corazón se desboca y late a una velocidad en la que resulta complicado entender donde empieza y cuando acaba cada latido. El vertiginoso instante agolpa ideas, sensaciones y otros sentimientos de culpa.
Justo cuando el brusco viraje desaparece, la paz empieza a gobernar, hasta el siguiente movimiento. Montaña rusa cuyo parecido con la vida pudiera no ser una simple coincidencia.